domingo, 25 de abril de 2010

QUÉ VA CER DIGAMOS (al margen)


       En este ámbito loco que es la vida, uno va conociendo personajes y personas, penas y horrores. Pero lo que en realidad es una picardía ‘irse sin probarle’, como dice el correntino Ramón, es la granadina, pero la semilla de granada molida, la pasta de granadina.
Sucede que conozco un alto operario de panadería, de grado Superior Maestro Pastelero, que presenta cada mañana al Pastelero en Jefe, una notable pasta de granadas con la que la factoría de masas que lo emplea produce deliciosas manufacturas horneadas. ¡Carajo qué manufactura horneada! ¡Carajo qué oficial pastelero! ¡Carajo que pasta de granadas carajo! en fin; resuenan los ‘guayes’ a la mañanita cuando, alegremente y por la tarea cumplida, el sólido equipo de ‘La Vieja Soberana’ presenta su colección de delicadezas. Es precisamente esta madrugada cuando pasa por aquí el portero del edificio de Roosevelt y Cabildo, un hombre diremos anciano, quien no se aviene a jubilarse y en perpetuo conflicto con el Consejo de Administración. 'Que sí', 'que no', 'que no te aguantan más', 'que no me voy nada'. Así, Ramón el correntino, de 87 largos pirulos, resiste su licenciamiento. Han sido proverbiales los intentos de los propietarios por deshacerse del viejito. La vez que más cerca estuvieron fue cuando la señora de Brabermann, propietaria del piso 18, lo tiró por el hueco del ascensor, episodio del que Ramón sobrevivió, se supone que milagrosamente. Desde ese día nunca se ha conseguido poner tan en riesgo su enhiesta salud guaraní. Sin embargo, hoy, el consorcio tiene pensado liquidarlo de un tiro. Y ahí vuelve, Ramón, de la panadería, con una entrañable masa dulcísima; lamentablemente en el pasillo será ejecutado.

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